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Bienvenido a Creámonos Creémonos Libres, la web en la que te proponemos un modelo para una sociedad libre, sana, capaz y justa:

la sociedad del afecto y el conocimiento

Sigue leyendo para saber en qué consiste nuestra propuesta:

No al dinero

Las razones principales por las que creemos firmemente que el uso del dinero imposibilita la construcción de una sociedad justa y sostenible, son las siguientes: el dinero no pone límites al crecimiento, es más necesita que éste no se detenga nunca; fomenta la competencia y por tanto crea y ahonda en la desigualdad de la sociedad, haciendo que el beneficio de unos sea el perjuicio de otros; la riqueza creada por el dinero no responde al bien común sino a los intereses de quién lo posee; en una sociedad basada en el uso del dinero lo que cada persona puede hacer está determinado fundamentalmente por su productividad económica, y no por sus cualidades humanas como la empatía, la solidaridad, la generosidad o la ética en general... En la sección ``No al dinero`` puedes saber más sobre por qué creemos que paulatinamente debemos renunciar a este.

Autogestión

Las comunidades en las que las personas viven y conviven están descentralizadas. En la tupida red neuronal que forman no existe ninguna región o institución de las que dependan para su propia gestión. Esto da la libertad a los habitantes de cada comunidad para determinar sus normas de convivencia, su relación entre sí y con el entorno, posibilitando una diversidad de propuestas, costumbres, actitudes y comportamientos que cualquier forma de gobierno centralizado inevitablemente impide. De esta forma los individuos tendrían la libertad para decidir sobre qué postura adoptar ante temas como, por ejemplo, el consumo de drogas, el culto a la religión o el trato a los animales.

Autosuficiencia

Tanto el individuo, como su comunidad, como el colectivo de comunidades que forma cada una con las limítrofes, persiguen en todo momento la autosuficiencia, satisfaciendo sus necesidades con los recursos naturales y humanos presentes o creados en su entorno. La autosuficiencia que se persigue en la sociedad del afecto y el conocimiento busca que tanto la dignidad fundamental (la relativa a la comida, la ropa y la vivienda) como el bienestar en su significado más amplio, estén en manos de las personas, y no de factores externos a ellas sobre las que tienen poco poder y control (mercado laboral, situación economíca, políticas del gobierno...). La autosuficiencia empuja a los personas a convertirse en individuos capaces, dueños verdaderos de su propio bienestar y libertad.

Interdependencia

La autosuficiencia no tiene porqué conllevar aislamiento. En la sociedad propuesta la interdependencia es la relación de mutua dependencia que se da entre los individuos, entre las comunidades y entre los individuos y las comunidades de una misma región. En esta relación de interdependencia, las comunidades colaboran entre sí para construir y mantener proyectos, como hospitales, colegios o fábricas, que por separado no podrían llevar a cabo. De igual forma los individuos trabajan colectivamente para alcanzar un bienestar que por separado les sería imposible alcanzar. El hecho de que tanto el individuo como su comunidad dependa del resto para conseguir su propio bienestar, asegura que actúen siempre de forma solidaria, conscientes de que en la sociedad del afecto y el conocimiento el bien común es el bien individual y viceversa.

Intercambios indirectos

En la sociedad propuesta la naturaleza de los intercambios es similar a la existente en las relaciones afectivas, de amistad y familiares. En el individuo (o en su caso la comunidad o grupo de comunidades) no tiene que tener algo en concreto para recibir algo a cambio (dinero para recibir servicios, ciertas habilidades para recibir un sueldo, etc.), si no que vierte su conocimiento y el resultado de sus distintas actividades en espacios enriquecidos colectivamente, como las Bolsas, medios de creación o pequeñas comunidades, sabiendo que su esfuerzo, tiempo, creatividad, energía… le será devuelto, pero de forma indefinida e indeterminada en el tiempo, en lo que llamamos un intercambio indirecto. El individuo se comporta de esta manera porque es consciente de que todo lo que contribuya al bien común redundará en su propio bienestar, que es consecuencia de la riqueza de su entorno humano y natural que él mismo ha ayudado a construir.

Post-globalización

En la sociedad del afecto y el conocimiento los recursos naturales presentes en el entorno son gestionados por las comunidades adyacentes y son las que deciden si explotarlos, y cómo explotarlos en caso de que quieran hacerlo. A pesar de que los recursos de la Tierra son patrimonio de la Humanidad, no es factible que la población mundial se ponga de acuerdo sobre el uso que se les debe dar, y por tanto creemos que es responsabilidad de las comunidades que conviven con ellos decidir cómo gestionarlos. Al fin y al cabo las comunidades que en su entorno presentan recursos naturales son las principales afectadas ante cualquier decisión que se tome sobre su gestión. La oportunidad para atraer recursos, humanos y naturales, que no existan en su territorio es el principal incentivo que tienen para fomentar el intercambio con otras comunidades. Tener ciertos recursos naturales es una fuente de riqueza, pero también es una fuente de responsabilidad y trabajo por parte de las comunidades que los poseen.

La gran virtud de la sociedad del afecto y el conocimiento es que no es homogeneizadora, y posibilita que en su interior cada una de las comunidades construya su propia pequeña sociedad, con sus propias normas de convivencia, sus tradiciones, sus creencias, y su propia forma de relacionarse con el ambiente natural y humano (sin olvidar que sólo las que convivan en equilibrio con su entorno podrán perpetuarse y asegurar el bienestar de sus integrantes). Es por ello que, aunque los conceptos que aquí explicamos son generales y creemos que pueden ser útiles a cualquier comunidad, es importante recalcar que es responsabilidad de cada una de ellas decidir si aplicarlos o no. ¿Quieres crear una sociedad vegana o con gobierno representativo o sin maltrato a los animales o profundamente religiosa? La sociedad del afecto y el conocimiento es sólo un marco que cada comunidad puede llenar de contenido.
Nosotrariado

A diferencia del trabajo asalariado, el trabajo nosotrariado es el realizado por y para nosotros, el trabajo cuya recompensa es el resultado del mismo, al igual que el bienestar que comporta tanto para quienes lo llevan a cabo como para quienes se benefician de ello. Tras haber cubierto nuestras necesidades básicas de manera autosuficiente, podremos desarrollar libremente nuestra profesión, no condicionados por el hecho de que nuestra subsistencia dependa de ella. Responsabilizarnos de satisfacer nuestras necesidades básicas nos da una gran independencia en todos los ámbitos, también en el laboral.

Bolsas de Recursos, Capacidades y Necesidades

En estos lugares, situados en los puntos de intersección de las comunidades, sus habitantes intercambian de manera indirecta el resultado del trabajo y su conocimiento. En ellas se reflejan las necesidades existentes, lo que sirve de incentivo para que quienes tengan los habilidades demandadas las puedan poner en práctica, ejerciendo por un lado aquello que les gusta y contribuyendo por otro al enriquecimiento de su entorno. Las Bolsas son los nódulos de una gran red neuronal, a través de la cuál viajan recursos materiales e inmateriales. Una vez más la interdependencia, es decir, la certeza de que en la sociedad propuesta el bien común es el indivudal y viceversa, es la que empuja a las personas a contribuir a estas Bolsas.

Democracia horizontal y directa

La verdadera democracia es aquella en la que quienes deciden, son los mismos que lo acatan, los mismos que se responsabilizan de llevarlo a cabo y los mismos que experimentan los cambios. En ella el consenso se alcanza de manera horizontal y, en el caso de que no haya, se aplican las distintas propuestas hasta encontrar la que mejor solucione el problema. Cuando son varias las comunidades que se tienen que poner de acuerdo, se utilizan o bien herramientas digitales de democracia en red o bien se eligen portavoces, que llevan el mensaje de su comunidad correspondiente pero no deciden por ella.

Transporte

En la sociedad propuesta se podrá crear una infraestructura sostenible de transporte, en la que cada comunidad sólo tendrá que preocuparse de construir y cuidar los accesos a su pequeña comunidad, ya que tras escasos kilómetros conectarán con los accesos de las comunidades adyacentes. El pequeño tamaño de estas redes de transporte hace que puedan ser mantenidas por los habitantes de las comunidades que conectan. Un cuidado que está asegurado, dado el interés evidente de las distintas comunidades por facilitar el acceso a personas y recursos externos.

Uso compartido y uso común

El uso común hace referencia a una utilización y mantenimiento colectivos por parte de la comunidad de ciertos elementos que satisfacen necesidades comunes. De esta manera el número menor de bienes para realizar las tareas diarias disminuye, con el consiguiente ahorro de recursos que eso conlleva, y por otro fomenta un ahorro de tiempo para el individuo, ya que los integrantes de las comunidades se reparten las tareas a realizar en los espacios comunes. El uso compartido se refiere por su parte a aquellos elementos que, sin pertenecer necesariamente al espacio colectivo, su poseedor o creador decide libremente prestar bajo la condición de su uso y cuidado. De esta forma, lo prestado pasa a ser propiedad de quien lo usa hasta que deje de utilizarlo, momento en el cuál se devolverá a su poseedor, y sobre él recae toda la responsabilidad de su cuidado.

En equilibrio cambiante

La verdadera democracia es aquella en la que quienes deciden, son los mismos que lo acatan, los mismos que se responsabilizan de llevarlo a cabo y los mismos que experimentan los cambios. En ella el consenso se alcanza de manera horizontal y, en el caso de que no haya, se aplican las distintas propuestas hasta encontrar la que mejor solucione el problema. Cuando son varias las comunidades que se tienen que poner de acuerdo, se utilizan o bien herramientas digitales de democracia en red o bien se eligen portavoces, que llevan el mensaje de su comunidad correspondiente pero no deciden por ella.

Pequeñas comunidades

En la sociedad del afecto y el conocimiento las personas conviven en pequeñas comunidades que, dependiendo de donde se desarrollen, pueden ser ecoaldeas o ecobarrios. Estas además son autosuficientes, autogestionadas, sostenibles e interdependientes, se componen unos pocos individuos (¿no más de 100-150?) y sus características generales son las siguientes:

Sus reducidas dimensiones ya no justifican la existencia de una estructura administrativa. Las personas pueden organizarse sin mediación del estado cuando conocen el entorno natural que habitan y conviven en pequeños grupos interconectados.

Su pequeño tamaño asegura también la viabilidad de asambleas donde todos pueden participar, evitando que el consenso y la toma de decisiones se convierta en tarea imposible. Tampoco es necesaria la existencia de representantes políticos, ya que en el caso de grandes asambleas entre comunidades, existen dos posibilidades, o bien son portavoces los que transmiten la voluntad de cada comunidad, o bien se utilizan aplicaciones de democracia en red.

Están en equilibrio con su entorno natural, del que se enriquecen y al que enriquecen, con plena consciencia de que su bienestar depende del bienestar del medio natural que habitan.

En ellas todos sus miembros se conocen, pueden establecer lazos afectivos tan profundos como quieran, y fortalecer aquellos a partir de los cuales la comunidad creció en primera instancia. Sus integrantes saben de las necesidades, carencias, dificultades, fortalezas… del resto de habitantes de la comunidad, gracias a la estrecha convivencia en un mismo espacio.

En su interior se favorece el uso colectivo de elementos que cubren necesidades comunes, como electrodomésticos, utilizando así de manera más eficiente los recursos.

– La interdependencia entre los individuos que las componen es intensa: son los lugares donde se entrelaza afecto, convivencia, colaboración, intercambio… En las pequeñas comunidades especialmente, ocurre algo que vertebra toda la sociedad sin dinero y que le otorga su principal virtud: el bienestar individual es el bienestar colectivo, y viceversa, el bienestar colectivo depende del individual. Lo que hace que los integrantes de la nueva sociedad no tengan otro remedio que aprender a conocerse, colaborar, enriquecerse, ayudarse… Por otro lado la interdependencia entre las pequeñas comunidades es profunda, asemejándose las relaciones entre sí a una tupida red de interconexiones neuronales, articuladas en torno a medios de creación y a Bolsas de Recursos, espacios en las que se produce el intercambio indirecto.

Se podrá crear una infraestructura sostenible de transporte, en la que cada comunidad sólo tendrá que preocuparse de construir y cuidar los accesos a su pequeña comunidad, ya que tras escasos kilómetros conectarán con los accesos de las comunidades adyacentes. El pequeño tamaño de estas redes de transporte hace que puedan ser mantenidas por los habitantes de las comunidades que conectan. Un cuidado que está asegurado, dado el interés evidente de las distintas comunidades por facilitar el acceso a personas y recursos externos.

A pesar de todas estas características que proponemos para ellas, las pequeñas comunidades son totalmente libres para elegir su relación con el exterior y sus normas de convivencia, y esta es una de las grandes virtudes del tipo de sociedad que proponemos, la libertad que otorga al individuo y a los colectivos para determinar su realidad a todos los niveles.

Afecto y conocimiento

La sociedad que proponemos tiene el nombre de sociedad del afecto y el conocimiento porque asume estos dos valores como sus pilares fundamentales.

El afecto es, en la sociedad del afecto y el conocimiento, el sentimiento de apego, cariño, amistad o amor que un individuo tiene hacia las personas de las que se rodea, de las que depende y que dependen de él. Dentro de las pequeñas comunidades facilita la convivencia y hace que perdure, gracias a que sus individuos empatizan con las circunstancias del otro (que por otro lado conocen bien, ya que comparten el mismo espacio).

Este afecto, que es tan necesario en el nacimiento de las pequeñas comunidades, tendrá que renovarse en las relaciones ya existentes y cristalizar continuamente en los nuevos vínculos que se creen. Incluso en el caso de que una comunidad no pudiera nacer desde el afecto, sus integrantes tendrán que aprender a apreciarse, acudir a lo que les une y en definitiva construir una convivencia donde la vida del otro importe, no sólo porque uno depende de ella (interdependencia a corta distancia), sino también porque se le guarda un afecto. Sin afecto, en una sociedad basada en las relaciones plenamente humanas, la convivencia está abocada al fracaso.

Por otro lado el conocimiento es fundamental para construir una sociedad en la que sus individuos aspiren a ser verdaderamente libres. En una sociedad sin dinero como la que planteamos se abre la magnífica posibilidad de que el conocimiento no esté mercantilizado y al alcance sólo de quien pueda pagarlo, sino que viaje sin impedimentos y sea construido colectivamente, en la senda que vienen marcando las iniciativas en red y las alternativas educacionales. Gracias a un conocimiento sin barreras las personas tendrán la oportunidad de recuperar la capacidad para contribuir a su entorno, para ser artífices de su propio bienestar. Las comunidades, en colaboración con otras comunidades de su entorno serán capaces, a través del conocimiento adquirido por sus integrantes, de satisfacer sus necesidades fundamentales, de crear su propia tecnología y ciencia, de contribuir a la educación de sus hijos y la salud de todos… Para saber más sobre este aspecto acude al apartado tecnologización.

Libertad y dignidad fundamental

Todos dependemos de algo y de alguien para vivir, y por ello la verdadera libertad está en poder decidir libremente, de qué y de quién depender, y cómo hacerlo. Tras tomar esta decisión, nos vemos obligados a responsabilizarnos del cuidado de aquello de lo que hemos elegido depender para asegurar nuestro propio bienestar, ya que si dejamos que este cuidado lo lleven a cabo otros (y no nosotros colectiva o individualmente), habremos perdido nuestra libertad, y nuestro poder de decisión sobre nuestras condiciones de vida y las de quienes nos rodean se habrá visto muy mermado.

Que nuestra dignidad fundamental parta de nuestras manos es un requisito indispensable para sustentar nuestra libertad en la sociedad del afecto y el conocimiento que estamos describiendo. Para construir una vida digna y realmente libre, tenemos que ser soberanos de lo que comemos, vestimos y habitamos, o lo que es lo mismo, recuperar la capacidad para construir y reparar nuestra vivienda, para cultivar y conservar nuestros alimentos, para coser y arreglar nuestra ropa, para obtener nuestra propia energía… Esto en ningún caso debemos hacerlo solos, ya que la libertad como hemos dicho no significa no depender de nadie, sino poder decidir de quién depender y cómo hacerlo.

Intercambios indirectos

Mientras que la actual sociedad del dinero se basa en intercambios directos, en los que nuestras actividades son medios para un fin que es el dinero, donde se trabaja o se paga por servicios y productos concretos, en la sociedad sin dinero propuesta los intercambios son fundamentalmente indirectos. En una sociedad basada en la interdependencia a corta distancia el bienestar de cada individuo es consecuencia directa de la riqueza de su entorno humano y natural que él mismo ha ayudado a construir. De esta manera, el individuo vierte su conocimiento y el resultado de sus distintas actividades desarrolladas en espacios construidos colectivamente, como las Bolsas, medios de creación o pequeñas comunidades, sabiendo que su esfuerzo, tiempo, creatividad, energía… le serán devueltos, pero de forma indefinida e indeterminada en el tiempo, en lo que llamamos un intercambio indirecto.

Esto lo hace sin bondad ni altruismo, sino sabiendo que la riqueza creada por él mismo en su entorno influirá inevitablemente en su riqueza individual de una u otra manera, gracias a la interdependencia a corta distancia. Así, el trabajo o el conocimiento ya no son medios para conseguir un fin que es el dinero, si no que son fines en sí mismos, en los que lo que importa es su valor intrínseco, no aquello que supone en relación a un beneficio económico. De esta manera finalmente cada individuo podrá elegir unas u otras actividades por lo que le aporten personalmente, y compartirlo en un intercambio indirecto con su entorno: no sabrá ni cómo ni cuando, pero tendrá la certeza de que esto le será devuelto, gracias a que su vida, como las del resto, es profundamente interdependiente con su entorno humano y natural. Es importante aclarar que los intercambios indirectos no son anónimos, ya que tanto los que comparten el resultado de su creatividad y conocimiento, como los que lo disfrutan, se conocen, lo que los convierte en intercambios plenamente humanos.

Un error debe tratarse de que sea irrepetible, no imperdonable. La justicia en la sociedad del afecto y el conocimiento se esfuerza en reparar el daño causado y en entender sus causas para que no se vuelva a repetir, busca evitar que la victima viva con el rencor, el oido hacia el agresor, el destino, la serie de circunstancias que provocaron lo ocurrido… La justicia en la sociedad propuesta trata que el agresor sepa perdonarse: entendiendo el daño que hizo tanto al resto como a sí mismo, entendiendo por qué lo hizo y poniendo todos los recursos necesarios para que no vuelva a ocurrir, convirtiendo el sentimiento de culpa en un motor para el cambio personal. Esta justicia es practicada por las personas del entorno de las partes afectadas, esta justicia mira a los ojos. Se fundamenta en la certeza de que somos humanos, y que tanto en los aciertos como en los errores nos tenemos que tratar como tales. Pueden ser apoyados por especialistas, pero en ultima instancia quienes tienen que decidir qué hacer son quienes forman parte de la vida y el entorno del agresor y el agredido, de las partes enfrentadas, porque es a ellos a quien afecta y quienes mejor conocen a los implicados.

Interdependencia a corta distancia

La interdependencia a corta distancia es un concepto fundamental que vertebra la sociedad del afecto y el conocimiento que proponemos. Mientras que en la sociedad actual la lógica del dinero fomenta una interdependencia a larga distancia, en la que no vemos el alcance de nuestras decisiones diarias, en la que se nos difumina el verdadero origen de la pobreza, la violencia, la contaminación…… y los rostros de los que ganan y los que pierden con ello caen en el anonimato, en la sociedad propuesta el rechazo al uso del dinero fomenta una interdependencia a corta distancia. Los integrantes de las pequeñas comunidades dependen fundamentalmente, para su propio bienestar, del bienestar del resto de individuos con los que conviven, de la convivencia que logren construir, de la riqueza creada en su entorno… En la sociedad sin dinero no es posible tener derechos y estar rodeado de injusticia, tener riqueza y estar rodeado de pobreza, ya que el bienestar de cada persona es un reflejo del bienestar del entorno natural y humano que le rodea y que ha contribuido a crear. La interdependencia a corta distancia de esta sociedad sin dinero, permite a cada individuo ver los rostros de las personas beneficiadas o perjudicadas por los resultados de sus actividades, algo imprescindible si perseguimos una sociedad justa.

Migración rurbana (rural-urbana)

No podemos seguir viviendo alejados de la naturaleza, necesitamos volver a las fuentes de sustento presentes en el campo o traerlas de vuelta a la ciudad, para recobrar la salud y la libertad perdida. Sólo en estrecha convivencia con la naturaleza podremos ser dueños de nuestra dignidad fundamental, volviendo a hacer que dependan de nuestras manos la vivienda, el alimento, la ropa, la energía. De este modo también podremos gestionar y obtener nuestro agua, tratar nuestros residuos, producir nuestra energía… Para ello llevaremos el campo a la ciudad y la ciudad al campo, aprendiendo a integrar nuestras actividades humanas con el entorno natural, conservando su diversidad y permitiéndola crecer con la certeza de que su riqueza es la nuestra. Es hora de que la especie humana vuelva a aprender a hacer lo que el resto de especies siempre han sabido: vivir en un equilibrio de mutuo enriquecimiento con su entorno natural.

Es importante recalcar que, en este escenario de estrecha convivencia con el entorno natural y de aprovechamiento de sus recursos, las comunidades están también interconectadas energéticamente, de manera que la electricidad fluye, tras haber superado la capacidad de almacenaje existente en cada punto, desde los lugares con mayor producción a aquellos con mayor demanda, aprovechándola de esta manera eficientemente.

Medios de creación

Los medios de creación son los lugares que recogen la generosa creatividad primera de nuestra infancia, que aunque ahora con el dinero está dormida, volverá con renovadas fuerzas cuando renunciemos a este. Sin presupuestos, rentabilidad, beneficios, pérdidas, despidos… no habrá más requisito para construir y mantener hospitales, fábricas, talleres, colegios, institutos de investigación… que que los miembros de la comunidad tengan una necesidad y quieran dedicar los recursos humanos y naturales existentes a cubrirla.

Los participantes en estos medios de creación se preocuparán del impacto de su actividad en el entorno, ya que serán los mismos que habiten en las comunidades aledañas. Su producción podrá adaptarse a las necesidades cambiantes del entorno, aumentando, sustituyendo o deteniendo su actividad. Del mismo modo su tamaño se adecuará a la cantidad de gente que beneficie, y por tanto a la cantidad de gente que participe en el mismo: habrá medios de creación de pequeñas dimensiones para las comunidades, otros más grandes en los puntos de intersección de dos o tres comunidades, y otros mucho más grandes entre un número mayor de comunidades. Además podrán ser heterogéneos, y albergar actividades más o menos afines entre sí, dándose la oportunidad de que se interrelacionen y enriquezcan, surgiendo sinergias e interdependencias hasta ahora desconocidas entre ámbitos alejados entre sí.

Democracia horizontal y directa

En las pequeñas comunidades de la sociedad del afecto y el conocimiento quienes deciden qué hacer, son los mismos que lo llevan a cabo, los mismos que acatan lo decidido y los mismos que experimentan sus resultados. Es a esto a lo que llamamos democracia horizontal y directa. Además, gracias al pequeño tamaño de las comunidades, no es necesaria la existencia de representantes políticos.

La democracia horizontal y directa es por fin realmente democracia; un ejercicio diario, individual y colectivo de reflexión crítica, de toma de conciencia sobre nuestras debilidades y nuestras capacidades, de participación en la toma de decisiones y en el trabajo posterior para hacerlas realidad. La democracia horizontal y directa no deja espacio a la pasividad: el que no quiere participar en la búsqueda de solución, se convierte en parte del problema, y en un mundo donde el bienestar individual depende de la convivencia con los demás, el aislamiento deja de ser una opción. La democracia horizontal es, en definitiva, asumir toda la responsabilidad que conlleva una vida de la que somos dueños, una vida realmente libre y digna.

Tecnologización

Al igual que sería poco inteligente no aprovechar los avances tecnológicos existentes, no tendría sentido tampoco abrazar este desarrollo ingenuamente e irreflexivamente, esperando que por sí solo sea la solución a nuestros problemas. La tecnologización persigue el reapropiamiento de la tecnología a través de su conocimiento. Esto implica ser realmente dueños de la misma y no al revés, que ella sea dueña de nosotros, recuperando para ello la capacidad para modificarla, repararla, mejorarla y tratar los residuos derivados de la misma. La tecnologización es un proceso análogo a la alfabetización, en el que se consiguen las herramientas y conceptos necesarios para aprender a controlar la tecnología que en cada caso las circunstancias precisen. Cuando la tecnología deja de responder al beneficio económico, podemos volver a hacerla nuestra, utilizándola a favor del bienestar humano y natural.

Bolsas de Recursos, Capacidades y Necesidades

Las Bolsas, tanto en su versión real como virtual, son el mecanismo a través del cual el conocimiento y los materiales se intercambian entre comunidades de manera indirecta. A ellas llega lo producido en los medios de creación y lo creado en las pequeñas naciones aledañas, que no ha encontrado en los mismos a los individuos que se beneficien de ello. En su versión no digital, se emplazan en los puntos de intersección entre varias comunidades, recibiendo la riqueza de todas ellas. Los recursos materiales e intelectuales se mueven a través de esta red, donde comunidades, medios de creación, pequeñas naciones y Bolsas se entretejen. Este movimiento de recursos se produce a una velocidad mucho menor que la actual, pero al mismo tiempo, al recorrer menos distancia a menor velocidad, se produce mucho menor gasto de energía. Un menor ritmo de intercambio de los recursos en la sociedad sin dinero permitirá al planeta recuperarse del frenético consumo al que le hemos sometido.

El incentivo que tienen las personas para contribuir a estas Bolsas o puntos de intercambio es el mismo que tienen como miembros de las pequeñas comunidades para contribuir a estas: contribuyendo con su conocimiento y el resultado de su trabajo, a crear una Bolsa rica, dinámica y diversa, y que por tanto atraiga muchas personas con distintos perfiles, cada individuo estará haciendo posible que, cuando él mismo tenga una necesidad, una inquietud… exista un espacio con el que poder contar, que él mismo ha ayudado a construir y enriquecer, y donde habrá gente dispuesta a informarle, ayudarle, enseñarle… como a ellos les han informado, ayudado y enseñado anteriormente.

Las Bolsas, el medio a través del cual los recursos humanos y materiales circulan en la sociedad sin dinero, no son centros de producción, aunque evidentemente por sus características si sean el semillero de muchos proyectos. En lo relativo a su disposición en el territorio, para aquellas Bolsas que no sean virtuales, lo más interesante es ubicarlas en la intersección o en las cercanías de tantas comunidades como sea posible, recibiendo gentes, materiales y conocimiento dispares y diversos, lo cual redundará inevitablemente en su riqueza.

Justicia y derechos

Un error debe tratarse de que sea irrepetible, no imperdonable. La justicia en la sociedad del afecto y el conocimiento se esfuerza en reparar el daño causado y en entender sus causas para que no se vuelva a repetir, busca evitar que la victima viva con el rencor, el oido hacia el agresor, el destino, la serie de circunstancias que provocaron lo ocurrido… La justicia en la sociedad propuesta se esfuerza en conseguir que el agresor sepa perdonarse: entendiendo el daño que hizo tanto al resto como a sí mismo, entendiendo por qué lo hizo y poniendo todos los recursos necesarios para que no vuelva a ocurrir, convirtiendo el sentimiento de culpa en un motor para el cambio personal. Esta justicia es practicada por las personas del entorno de las partes afectadas, esta justicia mira a los ojos. Se fundamenta en la certeza de que somos humanos, y que tanto en los aciertos como en los errores nos tenemos que tratar como tales. Evidentemente en el proceso pueden participar especialistas, pero en ultima instancia quienes tienen que decidir qué hacer son quienes forman parte de la vida y el entorno del agresor y el agredido, porque es a ellos a quien afecta y quienes mejor conocen a los implicados.

En lo relativo a los derechos humanos, para nosotros es necesario recalcar que ningún derecho tiene sentido si no se asume la responsabilidad que implícitamente conllevan. Hablamos de la responsabilidad de practicarlos, de defenderlos, de promoverlos… porque si no se actúa consecuentemente con ellos quedan en meros conceptos. En cambio, en la sociedad actual, no es el individuo el que con su comportamiento garantiza sus derechos y los de los demás, sino que es su nivel económico, junto con las políticas del gobierno, lo que determinará que pueda gozar de unos u otros derechos. El derecho a la libertad, a la educación, a la vivienda, a la información… serán efectivamente nuestros cuando estos no dependan de factores ajenos a nosotros. No seremos dueños del derecho a la vivienda mientras que este depende de nuestro sueldo, y por tanto de factores que están fuera de nuestro control como el mercado, la actividad económica, las políticas económicas… Sólo cuando desarrollemos la capacidad para construir y reparar nuestra vivienda, podremos considerarnos dueños del derecho a la vivienda. Lo mismo aplica para el resto de derechos: derecho a la alimentación, al trabajo, a la libertad de expresión…

En cuanto al papel del estado como garante de nuestros derechos nuestro mensaje está en línea con lo expuesto: no podemos permitir que nadie se erija como protector de las aspiraciones que nuestro espíritu quiere alcanzar para sentirse plenamente humano. En el momento en que delegamos en una persona o en una institución la defensa de nuestros derechos, cedemos nuestra soberanía sobre los mismos, pasando a ser sus dueños quienes los protegen por nosotros. Esto, como es inevitable, nos convierte en individuos dependientes y vulnerables, y nos da una idea de la importancia que tiene que seamos nosotros mismos quienes desarrollemos, defendamos, promovamos y pensemos nuestros derechos.

Una violencia menos probable, menos dañina

Uno de los principales miedos que surgen cuando hablamos de una sociedad formada por pequeñas comunidades interconectadas, autosuficientes y autogestionadas, es el de la posibilidad de que, ante la ausencia de unas fuerzas del orden, la violencia se propague como medio para quitar a los demás lo que cada colectivo o individuo necesite.

Algo en lo que estaremos todos de acuerdo es que sólo los modelos de sociedad que promulgan la convivencia pacífica merecen realmente la pena llevarlos a cabo. No obstante, aspirar a erradicar la violencia en todas sus formas, a través de los medios que sean, será siempre un deseo ingenuo. La violencia, o la agresividad si preferimos, es una cualidad más del ser humano, y como tal estará siempre presente en mayor o menor medida en sus sociedades. Quienes proponemos la sociedad del afecto y el conocimiento aceptamos esta realidad, siendo conscientes de que la violencia va a ser siempre una opción para cualquier persona, equivocada la mayor parte de las veces, pero al fin y al cabo una opción. Por ello sabemos que nuestro modelo de sociedad no va a traer mágicamente la paz, pero si que va a hacer que la violencia sea menos probable, y la que haya sea menos dañina. ¿Por qué? Porque los medios que las multinacionales y los estados ponen al servicio de la guerra, son muchos mayores que los que pueden desarrollar un individuo una comunidad o un grupo de comunidades.