21 Abr Éxodo “rurbano”
«Los árboles encontrarán en nuestras ciudades su hogar, haciendo de la ciudad bosque y del bosque ciudad.»
El éxodo rurbano (rural-urbano) es el último movimiento del péndulo de las migraciones poblacionales. Partió de un extremo que fue la vida en el campo, para alcanzar el extremo contrario con la migración a la ciudad y la vida totalmente urbanita, y finalmente descansar en el punto intermedio, un punto en el que la sociedad recoge lo mejor de ambos mundos, creando un entorno sano, rico, sostenible y cercano.
El éxodo rurbano significa volver a convivir con la naturaleza, yendo allá donde esté o trayéndola de vuelta a los núcleos urbanos. Aunque llevemos mucho tiempo viviendo dándole la espalda, seguimos siendo parte de ella y, queramos o no, de ella dependemos. En estrecho contacto con la naturaleza podremos recuperar sus ritmos, los que nuestro cuerpo y rutina nunca deberían haber perdido; podremos recuperar nuestra salud, la que el hormigón y el asfalto nunca nos han dado. Alejarnos de la naturaleza ha significado alejarnos de nuestras fuentes de sustento, y por tanto perder la posibilidad de que nuestra dignidad fundamental surja de nuestras manos; ha significado perder la capacidad de tratar nuestros propios residuos, justificando la creación de insostenibles redes de saneamiento; ha conllevado una dificultad añadida, a veces insalvable, para obtener nuestra propia energía… En definitiva alejarnos de la naturaleza ha significado menos libertad para nuestras vidas.
El éxodo rurbano significa recuperar la sabiduría de nuestros ascendientes de la naturaleza, aplicando, en equilibrio con esta, la tecnología para conseguir más por menos.
El éxodo rurbano no supone forzosamente una vuelta a las fuentes naturales de recursos, también abre la posibilidad a la creación de los mismos ahí donde ahora no existen, abriendo el asfalto de la ciudad para volver a hacer su tierra productiva, aprovechando su arquitectura para obtener energía (con turbinas eólicas movidas por las corrientes de viento propias de las ciudades, con placas térmicas y fotovoltaicas que aprovechan la superficie de las fachadas y azoteas, con sistemas de recogida de agua de lluvia que antes se perdía…), condensando la humedad presente en el aire y obteniendo agua… Sin embargo no sólo la ciudad deberá cambiar, al campo también se podrá llevar la cultura de las ciudades e integrar cuidadosamente y siempre y cuando suponga un avance real, el desarrollo tecnológico de las mismas. En definitiva se propone suplir las deficiencias del entorno urbano con las virtudes del entorno rural y viceversa, de manera que tras un largo proceso sean indistinguibles, formen un paisaje homogéneo, en el que los problemas de la ciudad, como la contaminación, la falta de espacio, o la dependencia energética y alimentaria del exterior, y los problemas del campo, como el aislamiento, la despoblación, o la falta de oferta cultural se han superado, tomando lo mejor de ambos mundos.
El éxodo rurbano significa también retomar, modificar y crear las infraestructuras en las que se desarrollan nuestras actividades más importantes, como institutos científicos, hospitales, fábricas, universidades, centros sociales, bibliotecas, laboratorios, museos, teatros, escuelas… Parece una incoherencia en sí misma, articular nuestras sociedades en torno al campo y al mismo tiempo en torno a las universidades, los hospitales, las bibliotecas… pero no es así. Porque este cambio que se propone se fundamenta en llevar el campo a las universidades, y las universidades al campo, creando un entorno rural con elementos urbanos, o al revés, un entorno urbano con elementos rurales. Nuestra calidad de vida aumentaría grandemente si aprendemos a coger ciertas cosas de cada mundo y a desechar otras. La creación de una sociedad “mestiza” en estos términos es posible pero, ¿de qué forma?
En una sociedad sin dinero el conocimiento fluye libremente (e incluso rápidamente, gracias a internet), y por tanto los medios de creación pueden diversificarse, esto sólo depende de cuántas manos se comprometan. Los grandes centros de salud, o de formación, o de producción, siguen existiendo, pero conviven y paulatinamente se ven sustituidos por otros de menor tamaño, más coherentes con el tamaño de las comunidades y fácilmente gestionables por estas. Así las grandes fábricas, las grandes universidades, los grandes hospitales, los grandes institutos científicos, los grandes centros deportivos, se irán paulatinamente sustituyendo por otros medios de creación similares pero a más pequeña escala. Si existen los recursos humanos (las personas y su interés, su voluntad, su esfuerzo, sumado al conocimiento para obtener los materiales, para usar o crear la tecnología) nada impedirá que se construya una pequeña fábrica de papel (o de paneles solares o de cerámica), que produzca para varias comunidades y se mantenga por las personas de las comunidades circundantes, que son al mismo tiempo quienes la usan. Esta fábrica de papel puede crecer, si cuentan con el interés de más integrantes de comunidades más alejadas, puede permanecer estable, si en otros puntos se deciden crear otras fábricas, o puede desmantelarse, si las necesidades han sido cubiertas y por tanto ya no cuenta con las manos necesarias para su mantenimiento. Cómo vemos, los medios de creación son un fiel reflejo de las decisiones, necesidades y conocimiento de las comunidades donde nacen, porque dependen directamente de ellas. Merece la pena reflexionar acerca de las características de esta forma de redistribuir los recursos humanos, tecnológicos y naturales:
- Primeramente, al darse la posibilidad de diversificar los medios de creación a lo largo del territorio, se evitan los grandes gastos de energía en transporte. No sólo debemos buscar acortar las distancias entre las personas, sino entre las personas y los medios de creación.
- En este paisaje rurbano que se propone, las explotaciones agrarias son diversificadas y a pequeña escala, e imitan la diversidad del ecosistema a través de policultivos. Además conviven con el entorno natural, entremezclándose con sus especies autóctonas, fomentándolas y cuidándolas, porque se tiene consciencia de sus beneficios.
- Por otro lado, al cubrir sus necesidades y depender directamente de estos medios, sus usuarios harán lo posible por cuidarlos y desarrollarlos, mirando por su propio beneficio. Además, el hecho de que el individuo tenga que convivir en su comunidad con estos medios de producción, hará que se interese por el origen de las cosas que le rodean, y que pueda observar la manera en que se producen, conociendo el coste medioambiental y humano.
- En el ambiente rurbano, personas, naturaleza, elementos urbanos (como fábricas, escuelas, hospitales ) y elementos rurales (como cultivos, invernaderos, granjas o silos) comparten el mismo espacio, y por tanto sus habitantes conocen las consecuencias de la actividad de cada uno de estos elementos en su medio ambiente y en el resto de elementos, achacando o beneficiándose de sus resultados. Esto garantiza una fuerte conciencia del individuo, una preocupación por encontrar un equilibrio, asumiendo la responsabilidad de que cualquiera de las actividades realizadas, respeten y enriquezcan el entorno en el que influye, ya que su propio bienestar, como individuo que forma parte de una comunidad, depende de ello.
- El hecho de que los medios de creación dependan de las manos implicadas, hace que todos ellos tengan el respaldo de gran parte de la comunidad porque, sino, no son posibles (a menor número de personas interesadas, menos manos disponibles para llevar a cabo cualquier proyecto y mantenerlo). Al mismo tiempo, esto implica que los grandes proyectos, que también tienen un mayor impacto en el entorno, tengan de manera inevitable el consentimiento y el apoyo de un gran número de integrantes, tanto de una comunidad como de las adyacentes, y que por tanto estos sólo se den cuando beneficien a un gran número de personas.
- Que dependan estrictamente de las personas hace que los medios de creación sean abiertos, y no se cierren a otras colaboraciones o usuarios, ya que cuantos más interesados haya, el esfuerzo por mantenerlo está más y mejor repartido, y el enriquecimiento, con mucha probabilidad, es mayor. Además, la interdependencia entre comunidades es grande. Negar la participación en un proyecto a las comunidades adyacentes de manera injustificada (no porque el medio de creación esté saturado y haga falta construir otro, por ejemplo) puede significar que posteriormente estas comunidades no colaboren con la comunidad que lo hizo cuando esta lo necesite. El aislamiento y la exclusión en esta nueva sociedad nunca trae riqueza.
- Finalmente es importante aclarar que éxodo rurbano es sólo una forma de llamar a este proceso, y aunque es probable que en muchos casos se dé, hay que recalcar que no tiene porqué conllevar una migración de la población. Quienes vivan en los centros urbanos tienen la oportunidad de convertirlos en lugares sostenibles y autónomos en energía y alimentos. Trabajando la tierra de sus parques y zonas verdes, sustituyendo el asfalto por huertos donde haga falta, cubriendo las azoteas y fachadas con placas solares, etc.…Por su lado quienes vivan en el campo podrán construir aquello que echen en falta de la ciudad. El éxodo rurbano significa ir hasta la montaña pero también hacer que venga hasta nosotros.
El éxodo rurbano es, en definitiva, un paisaje, un paisaje mestizo y hermoso, diverso, donde los cultivos se mezclan con los colegios, las fábricas con los bosques, los molinos de viento con los polideportivos, los hospitales con la cosecha. Sí, he dicho las fábricas con los bosques, hoy más que nunca es posible que los procesos creativos del ser humano no sólo no perjudiquen el medio natural en el que se encuentran, si no que aporten a este. Un cuadro heterogéneo, como las personas que lo habitan, el verdadero reflejo de sus vidas, de sus necesidades y de sus inquietudes.
El final de este largo camino es un gran equilibrio entre el factor humano y el natural, entre los elementos urbanos y los rurales, entre la naturaleza y la tecnología.
Por ahora no hay comentarios