Creámonos creémonos libres | Conceptos llave de la sociedad del afecto y el conocimiento
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Conceptos llave de la sociedad del afecto y el conocimiento

Pincha en los números de la imagen para leer sobre los distintos conceptos:
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Libertad y dignidad fundamental

Es una certeza que todos dependemos de algo y de alguien para vivir. Esto hace que la verdadera libertad está en decidir, de qué y de quién depender, y cómo hacerlo. Tras tomar esta decisión, nos vemos obligados a responsabilizarnos del cuidado de aquello de lo que hemos elegido depender para asegurar nuestro propio bienestar, si dejamos que este cuidado lo lleven a cabo otros (y no nosotros como colectivo), habremos perdido nuestra libertad, y nuestro poder de decisión sobre nuestras condiciones de vida y las de quienes nos rodean se habrán visto muy mermadas.

Que nuestra dignidad fundamental parta de nuestras manos es un requisito indispensable para sustentar la sociedad del afecto y el conocimiento, y el primer paso hacia nuestra libertad. Para construir una vida digna y realmente libre, tenemos que ser soberanos de lo que comemos, vestimos y habitamos, o lo que es lo mismo, recuperar la capacidad para construir y reparar nuestra vivienda, para cultivar y conservar nuestros alimentos, para coser y arreglar nuestra ropa. Esto en ningún caso debemos hacerlo solos, ya que la libertad no significa no depender de nadie, sino poder decidir de quién depender y cómo.

Pequeñas naciones

Las partes más pequeñas de la sociedad sin dinero, comunidades autosuficientes, autodeterminadas y autogestionadas, integradas por unos pocos individuos (no más de 100?):

– en las que sus reducidas dimensiones ya no justifican la existencia de una estructura administrativa. Las personas pueden organizarse sin mediación del estado cuando conocen el entorno natural que habitan y conviven en pequeños grupos interconectados.

– en equilibrio con su entorno natural, del que se enriquecen y al que enriquecen, con plena consciencia de que su bienestar depende del bienestar del medio natural que habitan.

– además, su pequeño tamaño asegura la viabilidad de asambleas donde todos pueden participar, evitando que el consenso y la toma de decisiones se conviertan en tareas imposibles. Tampoco es necesaria la existencia de representantes políticos, ya que en el caso de grandes asambleas entre comunidades, existen dos posibilidades, o bien son portavoces los que transmiten la voluntad de cada comunidad, o bien se utilizan aplicaciones de democracia en red.

– donde todos sus individuos se conocen, pueden establecer lazos afectivos tan profundos como quieran, y fortalecer aquellos a partir de los cuales la comunidad creció en primera instancia.

– en las que sus integrantes saben de las necesidades, carencias, dificultades, fortalezas… del resto de habitantes de la comunidad, gracias a la estrecha convivencia en un mismo espacio.

– donde se favorece el uso colectivo de elementos que cubren necesidades comunes, como electrodomésticos, utilizando así de manera más eficiente los recursos.

– la interdependencia entre los individuos que las componen es intensa: son los lugares donde se entrelaza afecto, convivencia, colaboración, intercambio… En las pequeñas naciones especialmente, ocurre algo que vertebra toda la sociedad sin dinero y que le otorga su principal virtud: el bienestar individual es el bienestar colectivo, y viceversa, el bienestar colectivo depende del individual. Lo que hace que los integrantes de la nueva sociedad no tengan otro remedio que aprender a conocerse, colaborar, enriquecerse, ayudarse… Por otro lado la interdependencia entre las pequeñas comunidades es profunda. Se asemeja a una tupida red de interconexiones neuronales y se articula en torno a medios de creación y a Bolsas de Necesidades, Capacidades y Recursos. Estos últimos espacios en las que se produce el intercambio indirecto.

se podrá crear una infraestructura sostenible de transporte, en la que cada comunidad sólo tendrá que preocuparse de construir y cuidar los accesos a su pequeña nación, ya que tras escasos kilómetros conectarán con los accesos de las comunidades adyacentes. El pequeño tamaño de estas redes de transporte hace que puedan ser mantenidas por los habitantes de las comunidades que conectan. Un cuidado que está asegurado, dado el interés evidente de las distintas comunidades por facilitar el acceso a personas y recursos externos.

Afecto y conocimiento

Cualquier sociedad alternativa a la actual deberá fundamentarse en estos dos pilares.

El afecto es entendido como el sentimiento de apego, cariño, amistad o amor hacia las personas que te rodean, de las que uno depende en la sociedad del afecto y el conocimiento y que dependen de uno. Dentro de las pequeñas comunidades, facilita la convivencia y hace que perdure, gracias a que sus individuos empatizan con las circunstancias del otro (que por otro lado conocen bien, ya que comparten el mismo espacio). Este afecto, que es tan necesario en el nacimiento de las pequeñas naciones, tendrá que renovarse y cristalizar continuamente en nuevas relaciones. Incluso en el caso de que una comunidad no pudiera nacer desde el afecto, sus integrantes tendrán que aprender a apreciarse, acudir a lo que les une y en definitiva construir una convivencia donde la vida del otro importe, no sólo porque uno depende de ella (interdependencia a corta distancia), sino también porque se le guarda un afecto. Sin afecto, en una sociedad basada en las relaciones plenamente humanas, la convivencia está abocada al fracaso.

En cuanto al segundo pilar, parece innecesario explicar la importancia, para construir una sociedad verdaderamente libre, de un conocimiento no mercantilizado y artificialmente escaso, sino que viaja sin impedimentos y es construido colectivamente, en la senda que vienen marcando las iniciativas en red y las alternativas educacionales.

Éxodo rurbano (rural-urbano)

No podemos seguir viviendo alejados de la naturaleza, necesitamos volver a las fuentes de sustento o traerlas de vuelta, para recobrar la salud y la libertad perdida. En estrecha convivencia con la naturaleza podremos ser dueños de nuestra dignidad fundamental, volviendo a hacer que dependan de nuestras manos la vivienda, el alimento y la ropa. También podremos gestionar y obtener nuestro agua, tratar nuestros residuos, producir nuestra energía… Para ello llevaremos el campo a la ciudad y la ciudad al campo, aprendiendo a integrar nuestras actividades humanas con el entorno natural, conservando su diversidad y permitiéndola crecer con la certeza de que su riqueza es la nuestra. Es hora de que la especie humana aprenda a hacer lo que el resto de especies siempre han sabido: vivir en un equilibrio de mutuo enriquecimiento con su entorno natural.
Es importante recalcar que, en este escenario de convivencia estrecha con el entorno natural y aprovechamiento de sus fuentes de recursos, las comunidades están también interconectadas energéticamente, de manera que la electricidad fluye en cada momento desde los puntos con mayor producción a aquellos con mayor demanda, aprovechándola eficientemente y dejando como última opción su almacenaje.

Intercambio indirecto

Mientras que la actual sociedad del dinero se basa en intercambios directos, en los que nuestras actividades son medios para un fin que es el dinero, donde se trabaja o se paga por servicios y productos concretos, en la sociedad sin dinero propuesta los intercambios son fundamentalmente indirectos. En una sociedad basada en la interdependencia a corta distancia, es una certeza que el bienestar de cada individuo es consecuencia de la riqueza de su entorno humano y natural que él mismo ha ayudado a construir. De esta manera, el individuo vierte su conocimiento y el resultado de sus distintas actividades desarrolladas en espacios construidos colectivamente, como las Bolsas, medios de creación o pequeñas comunidades, sabiendo que su esfuerzo, tiempo, creatividad, energía… le será devuelto, pero de forma indefinida e indeterminada en el tiempo, en lo que llamamos un intercambio indirecto.

Esto lo hace sin bondad ni altruismo, sino sabiendo que la riqueza creada por él mismo en su entorno influirá inevitablemente en su riqueza individual de una u otra manera, gracias a la interdependencia a corta distancia. Así, el trabajo o el conocimiento ya no son medios para conseguir un fin que es el dinero, si no que son fines en sí mismos, en los que lo que importa es su valor intrínseco, no aquello que supone en relación a un beneficio económico. De esta manera finalmente cada individuo podrá elegir unas u otras actividades por lo que le aporten personalmente, y verterlo en intercambio indirecto en su entorno: no sabrá ni cómo ni cuando, pero tendrá la certeza de que esto le será devuelto, gracias a que su vida, como las del resto, es profundamente interdependiente con su entorno humano y natural. Es importante aclarar que los intercambios indirectos no son anónimos, ya que tanto los que comparten el resultado de su creatividad y conocimiento, como los que lo disfrutan, se conocen, lo que los convierte en intercambios plenamente humanos.

Interdependencia a corta distancia

Fenómeno fundamental que vertebra la sociedad del afecto y el conocimiento. En contraposición con la sociedad actual, donde la lógica del dinero fomenta una interdependencia a larga distancia, en la que no vemos el alcance de nuestras decisiones diarias, se nos difumina el verdadero origen de la pobreza, la violencia, la contaminación…… y los rostros de los que ganan y los que pierden con ello se nos ocultan, en la sociedad propuesta el rechazo al uso del dinero fomenta una interdependencia a corta distancia. Los integrantes de las pequeñas naciones dependen fundamentalmente, para su propio bienestar, del bienestar del resto de individuos con los que conviven, de la convivencia que logren construir, de la riqueza creada en su entorno… En la sociedad sin dinero no es posible tener derechos y estar rodeado de injusticia, tener riqueza y estar rodeado de pobreza, ya que el bienestar de cada persona es un reflejo del bienestar del entorno natural y humano que le rodea y que ha contribuido a crear. La interdependencia a corta distancia de una sociedad sin dinero, permite a cada individuo ver los rostros de las personas beneficiadas o perjudicadas por los resultados de sus actividades, algo imprescindible si perseguimos una sociedad verdaderamente humana.

Medios de creación

Son los lugares que recogen la generosa creatividad primera de nuestra infancia, dormida con el dinero pero que volverá con renovadas fuerzas cuando renunciemos a este. Sin presupuestos, ni rentabilidad, ni beneficios, ni pérdidas, ni despidos… no habrá más requisito para construir y mantener hospitales, fábricas, talleres, colegios, institutos de investigación… que reunir las manos disponibles con la voluntad necesaria y los recursos existentes. Los participantes en estos medios de creación se preocuparán del impacto de su actividad en el entorno, ya que serán los mismos individuos que habiten en las comunidades aledañas. Su producción podrá adaptarse a las necesidades cambiantes del entorno, aumentando, sustituyendo o deteniendo su actividad. Del mismo modo su tamaño se adecuará a la cantidad de gente que beneficie, y por tanto a la cantidad de gente que participe en el mismo. Cómo se representa en el diagrama, habrá medios de creación de pequeñas dimensiones para las comunidades, otros más grandes en los puntos de intersección de dos o tres comunidades, y otros mucho más grandes entre un número mayor de comunidades. Además podrán ser heterogéneos, y albergar actividades más o menos afines entre sí, dando la oportunidad de que se interrelacionen y enriquezcan, surgiendo sinergias e interdependencias hasta ahora desconocidas en ámbitos alejados entre sí. En definitiva sin empresas ni estados, las personas podremos finalmente decidir cómo queremos que los medios de creación sean.

Tecnologización

Al igual que sería poco inteligente no aprovechar los avances tecnológicos, no tiene tampoco sentido abrazar este desarrollo ingenuamente, esperando que por sí solo sea la solución a nuestros problemas. La tecnologización persigue el reapropiamiento de la tecnología a través de su conocimiento. Significa ser realmente dueños de la misma y no al revés, que ella sea dueña de nosotros, recuperando la capacidad para modificarla, repararla, mejorarla y tratar los residuos derivados de la misma. La tecnologización es un proceso análogo a la alfabetización, en el que se consiguen las herramientas y conceptos necesarios para aprender a controlar la tecnología que en cada caso las circunstancias necesiten. Así, esta deja de responder al beneficio económico, es nuestra y podemos utilizarla a favor del bienestar humano y natural.

Democracia horizontal y directa

Es la que se da cuando quienes deciden qué hacer, son los mismos que lo llevan a cabo, los mismos que acatan lo decidido y los mismos que experimentan sus resultados. Además, gracias al pequeño tamaño de las comunidades, no es necesaria la existencia de representantes políticos. La democracia horizontal es por fin realmente democracia; un ejercicio diario, individual y colectivo de reflexión crítica, de toma de conciencia sobre nuestras debilidades y nuestras capacidades, de participación en la toma de decisiones y en el trabajo posterior para hacerlas realidad. La democracia horizontal no deja espacio a la pasividad: el que no quiere participar en la búsqueda de solución, se convierte parte del problema, y en un mundo donde el bienestar individual depende de la convivencia con los demás, el aislamiento deja de ser una opción. La democracia horizontal es, en definitiva, asumir toda la responsabilidad que conlleva una vida de la que somos dueños, una vida realmente libre y digna.

Bolsas de Capacidades y Necesidades. Bolsas de Recursos

Las Bolsas, tanto en su versión real como virtual, son el mecanismo a través del cual conocimiento y materiales se intercambian entre comunidades de manera indirecta. A ellas llega lo producido en los medios de creación y lo creado en las pequeñas naciones aledañas, que no ha encontrado en los mismos a los individuos que se beneficien de ello. En su versión no digital, se emplazan en los puntos de intersección entre varias comunidades, recibiendo la riqueza de todas ellas. Los recursos materiales e intelectuales se mueven a través de esta red, donde comunidades, medios de creación, pequeñas naciones y Bolsas se entretejen. Este movimiento de recursos se produce a una velocidad mucho menor que la actual, pero al mismo tiempo, al recorrer menos distancia a menor velocidad, se produce mucho menor gasto de energía. Un menor ritmo de intercambio de los recursos en la sociedad sin dinero permitirá al planeta recuperarse del frenético consumo al que le hemos sometido.[imagemap id=»391″]

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