Creámonos creémonos libres | Atracaremos los bancos, para rescatar a las personas y dejar el dinero (2)
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Atracaremos los bancos, para rescatar a las personas y dejar el dinero (2)

Desde el momento en que aceptamos utilizar el dinero como medio de intercambio, todos y cada uno de los elementos de nuestra sociedad se transforman para los demás en competidores o en aliados de conveniencia, en obstáculos o en herramientas para ganar dinero, quedando la dimensión propiamente humana o espiritual relegadas a un segundo plano. Las aspiraciones y relaciones entre los distintos actores de la sociedad pasan a tener un carácter eminentemente económico en la sociedad del dinero: el nivel de vida de una persona no está asegurado fundamentalmente por sus relaciones personales, sino por su rendimiento económico como empleado, en competencia con los demás trabajadores de su rama. Aunque las relaciones que no implican dinero siguen teniendo importancia pasan a ser secundarias, de manera que es nuestro sueldo, y no el amor hacia nuestra pareja lo que permitirá que lleguemos a fin de mes, es nuestra capacidad para comprar barato buenos productos, y no la calidad de nuestras amistades lo que determinará que tengamos un nivel de vida u otro.

Estas relaciones de utilización y competencia se dan a todos los niveles y en todos los ámbitos de la sociedad del dinero. Los trabajadores compiten entre ellos como ya hemos dicho, pero también los consumidores y las empresas compiten entre sí. Los primeros exigen de las empresas productos sanos y de calidad a un precio ajustado, mientras que las empresas tratan de obtener el mayor margen posible obteniendo la máxima cantidad de dinero del consumidor minimizando los costes de producción.

Como hemos visto en «Atracaremos los bancos, para rescatar a las personas y dejar el dinero (1)» el crecimiento es inevitable en la sociedad del dinero. Este crecimiento a su vez lleva a una constante carrera por el beneficio económico en la que prima la competitividad, que conduce a su vez, y esto es importante, a permanentes escenarios de desequilibrio. A continuación trataremos de explicar por qué la competitividad, surgida en el seno del inevitable crecimiento de la sociedad del dinero, lleva a situaciones de insostenibilidad.

Dinero crecimiento competencia

Dos son, básicamente, los factores que determinan que una empresa se perepetúe en el tiempo: los ingresos y los costes. Mientras existan pocos actores económicos en escena la competitividad no es necesaria, pudiendo crecer sin necesidad de competir entre ellos. Sin embargo su crecimiento, inevitable en una sociedad basada en el dinero, hace que antes o después tengan un tamaño que les obligue a pelear entre ellos por los recursos y los consumidores. Es en ese momento cuando entran en una dinámica de círculo vicioso en la que se ven obligadas continuamente a disminuir sus ingresos o sus costes para seguir siendo competitivos (la robotización del trabajo, que se estima que va a destruir millones de puestos de trabajo, no es otra cosa que una estrategia más para aumentar la competitivad). Como ya sabemos las empresas que no entran en esta dinámica son absorbidas, engordando el volumen de las restantes. Pero, ¿qué ocurre en estos escenarios de competitividad y porque llevan a situaciones de crisis como hemos adelantado?

Cuando las empresas compiten entre sí y disminuyen sus salarios disminuyen la capacidad adquisitiva de sus trabajadores, que son a su vez sus consumidores, provocando que su capacidad adquisitiva disminuya y con ella sus ventas. Si deciden disminuir sus ingresos bajando sus precios lo podrán hacer sólo hasta cierto punto, llegando un momento en el que se verán obligados a disminuir sus costes, afectando a los salarios de sus trabajadores y por tanto a la capacidad adquisitiva de los consumidores. Como vemos, por efecto de la competitividad inherente a la sociedad del dinero, se alcanzan círculos viciosos en los que las empresas se ven forzadas a disminuir sus salarios constantemente (o incluso despedir a su plantilla, deslocalizando la producción en países con mano de obra más barata), lo que afecta a la capacidad adquisitiva de los consumidores y por tanto a los ingresos de las empresas, que se ven empujadas a seguir bajando los sueldos y a profundizar en este círculo vicioso.

Pero entonces, ¿cómo, si las sociedades basadas en el dinero presentan contradicciones internas tan grandes, han perdurado durante tanto tiempo? La respuesta es sencilla. Las sociedades del dinero han estado plagadas de crisis y recesiones, de todos los tamaños y colores, originadas por su inevitable tendencia al crecimiento y la competitividad. A pesar de que nunca se han encontrado soluciones para evitarlas, básicamente porque no existen, tres han sido las armas que le han permitido a la sociedad del dinero salir de ellas y perpetuarse:

1- hipotecar el futuro a través de la deuda,

2- explotar los recursos humanos y naturales abundantes, baratos y deslocalizados,

3- emplear prácticas oligopólicas.

Las tres han permitido a los principales poderes económicos mantener el crecimiento y sortear las consecuencias indeseables de la competitividad, convirtiendo las crisis en oportunidades para transferir la deuda contraída a las clases populares, para reducir la competencia disminuyendo el número de empresas en el mercado y por tanto profundizando en el oligopolio. No es casualidad que en la actualidad, cuando presenciamos cómo el capitalismo da sus últimas bocanadas de aire, estos tres aspectos hayan sido llevados hasta el extremo (sobreexplotación de recursos, cantidades ingentes de deuda y grandes multinacionales que operan en oligopolios). Como ya hemos dicho estas tres estrategias solamente posponen la resolución de un problema irresoluble y esto se debe a los siguientes motivos:

– Dado que para que una empresa, estado o individuo pueda asumir una deuda es necesario que los acreedores le consideren lo suficientemente solvente, esta evidentemente sólo puede crecer hasta cierto límite, establecido por el momento en el cual ningún acreedor quiera prestar su dinero porque la confianza en que los deudores puedan devolverla sea nula.

– Los recursos humanos y naturales sólo pueden ser explotados hasta que las personas y el planeta dicen basta. Además, la deslocalización de los puestos de trabajo lleva a una disminución de la capacidad adquisitiva de los trabajadores, afectando a las empresas, las cuales se ven forzadas a disminuir los costes, entrando una vez más en un círculo vicioso. La colonización de los países europeos y más tarde E.E.U.U de países tercermundistas se debe a una necesidad por dar cabida y mantener el crecimiento económico a través del descubrimiento de nuevos recursos naturales y humanos. Cristóbal Colón, por poner un ejemplo, descubrió América para aportar nuevos recursos humanos y naturales a una sociedad del dinero que necesitaba continuar expandiéndose.

– Las empresas que llevan a cabo prácticas de oligopolio caen más tarde o más temprano en la tentación de no invertir en innovación, mantener sus precios artificialmente altos sin mejorar sus servicios y productos, crecer desproporcionadamente… De manera que cuando el mercado cambia, o un nuevo actor entra en el tablero de juego económico, son gigantes con pies de barro con muchas probabilidades de perder su hegemonía.

Profundizando en el último punto cabe decir que los oligopolios son, además de un mecanismo de defensa de los actores dominantes de la sociedad del dinero para perpetuarse en su posición privilegiada, una consecuencia de la competitividad. Esta, como no podía ser de otra manera, produce perdedores y vencedores, lo que con el paso del tiempo estratifica la sociedad y crea profundas desigualdades. Las empresas más exitosas aumentan paulatinamente su tamaño y facturación a costa de las que no son lo suficientemente competitivas. Las pocas que finalmente quedan en los lugares más altos de esta pirámide, conscientes de que la competencia directa entre ellas que podría debilitarlas deciden, si no unirse, al menos firmar un pacto de no agresión que les asegure su posición privilegiada.

Como hemos dicho los oligopolios no pueden perpetuarse eternamente porque el crecimiento económico antes o después los derrumba. Sin embargo esto sólo es posible si existe la suficiente libertad para que el resto de actores económicos hagan propuestas de negocio que pongan en peligro el status de los oligopolios. A este respecto, es importante recalcar que existe un peligro muy real de que este agotado capitalismo acabe mutando en un oligopolio global, donde la libertad que en otros escenarios podrían amenazarle sea totalmente erradicada bajo la censura, la vigilancia y la violencia, lo que le permitiría perpetuarse indefinidamente. Sin duda nuestra mejor arma para luchar contra esa terrorífica pesadilla es ahondando progresivamente en nuestra independencia del dinero.

A continuación os resumimos las ideas expuestas en «Atracaremos los bancos, para rescatar a las personas y dejar el dinero», partes 1 y 2:

  • Las posibilidades ilimitadas de crecimiento que el dinero ofrece hace que las sociedades que lo integran tiendan siempre a crecer. El uso del dinero posibilita que el crecimiento sea ilimitado porque nunca se llega al punto en que una sociedad en su conjunto considere que la riqueza acumulada es suficiente. Un crecimiento sin límites, por muy lento que sea, es siempre insostenible.
  • Limitar la capacidad para aprovechar esa posibilidad es vulnerar el derecho a mejorar las condiciones materiales y inmateriales de las personas y organizaciones.
  • En la carrera por este beneficio económico, por esta posibilidad de mejorar las propias condiciones económicas, se produce inevitablemente competitividad, la cual termina siempre dando lugar a desajustes que pueden terminar en crisis. La competitividad, además, estratifica con el paso del tiempo la sociedad, creando por un lado desigualdad y por otro dando lugar a oligopolios.
  • La riqueza debería crearse en base a los recursos naturales y a las capacidades y necesidades de las personas en cada momento existentes. Sin embargo en la sociedad del dinero los recursos humanos y naturales se explotan en base al dinero que es rentable invertir en cada caso, lo que conduce entre otras cosas a la especulación sobre productos de primera necesidad.
  • El uso del dinero hace que las relaciones entre las distintas partes de una sociedad sean principalmente de competitividad o de aprovechamiento.
  • El crecimiento sostenible es una quimera en la sociedad del dinero, dado que la disminución de los ingresos o los costes por parte de cualquier componente de la sociedad del dinero produce un efecto dominó en los demás, originando situaciones de desequilibrio y colapso.
  • Limitar las posibilidades de crecimiento dentro de una sociedad basada en el dinero conlleva necesariamente una vulneración del derecho de las personas y las organizaciones a progresar en sus condiciones materiales y no-materiales. Esta falta de libertad para poder aprovechar todas las oportunidades que el dinero ofrece ocasiona tensiones que desembocan, antes o después, en un nuevo escenario de crecimiento no restringido.
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